Diva Æterna

Lo primero que escribí de esta, mi segunda novela, paradójicamente, fue su final, y además lo hice antes de que comenzase Tres Sures sin Norte, la que resultó ser su predecesora. Diva Æterna nacería sin fórceps, pero no sin dolor, pues nadie que escriba puede sustraerse al superlativo sentir de un relato y al de

Cuando bailemos

Me considero un patoso. Especialmente, son dos los terrenos donde mi torpeza ha destacado siempre: en el amoroso y en el gimnástico. Lo que no podía figurarme hasta ahora es que el uno y el otro estuviesen tan relacionados. Para los asuntos amorosos, cuento con las excusas propias de mi generación, como la educación en

¿Eres masoquista?

Hace mucho, muchísimo, que tengo una duda acerca del gusto. No del estético, ese sobre el que nada hay escrito (aunque haya mucho que escribir). No. Me refiero al sentido del gusto. Dada mi calidad de disfrutón gastronómico y mi cantidad de sobrepeso, ya debería haberla aclarado, pero, en mi caso, el tiempo no despeja

¡¿Educación porno?!

Me parece que cuando abordamos el tema de la educación sexual padecemos una esquizofrenia moral. Y digo bien, esquizofrenia, porque el asunto reviste síntomas patológicos. La humana es una especie animal –subrayo el término para magnificar lo que de instintiva tiene nuestra naturaleza– que se apartó de dicha condición para desarrollar formas de comunicación, raciocinio

¿No es irónico?

«La calunnia é un venticello», cantaba Don Basilio, el sibilino amigo de Don Bartolo, el único personaje al que podemos calificar de malo en la inmortal ópera de Rossini El Barbero de Sevilla. Es un vientecillo sutil, apenas una insinuación que crece hasta convertirse en tempestad. Algo así pasa con la ironía. Poco más que

¡Viva la Ópera!

El tema de hoy compendia mejor que muchos otros el propósito con que nació Dame tiempo y te cuento, este blog, tan joven que acaba de cumplir tres meses y tan vivo que sus entradas (con ésta, son ya 40) suman más de 5.000 visitas. Pues la excusa que me sirve el Día Mundial de