Idólatras

Siempre los he mirado con estupor. Compréndeme, tengo un carácter tímido y, durante los años en que tocaba picardearse, yo viví convencido de que mis virtudes eran más espirituales que físicas. Vamos, que estaba seguro de que aquello de “aunque la mona se vista de seda…” había sido escrito para mí. Ese estupor del queSigue leyendo «Idólatras»

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