¡No soy tonto, oiga!

Intentaré ser breve y –espero también– claro, aunque me temo que no me evitaré ser calificado de polémico o algo peor. Tan sólo deseo que se entienda el enfado que tengo, basándome en la acusación que estoy a punto de formular: pues tengo la sensación de que hay cineastas y críticos-comparsa que se consideran másSigue leyendo «¡No soy tonto, oiga!»

Cuando se inventó el cine

Después de ver M (1931), pareciera que al cine sólo le restaría incluir el color y los efectos especiales para llegar hasta hoy, 90 años después. Tan perfecta es. Sin despreciar la oportunidad que le brindó el caso de El vampiro de Düsseldorf, que conmovió a Alemania a fines de los años 20, Fritz LangSigue leyendo «Cuando se inventó el cine»

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