Mensaje en una botella

UNA SERIE DE MICRORRELATOS PALPITANTES (#17)


Mi querida M.J.,

Ante todo, disculpa el modo de llegar a ti. Me dirás que dispongo de sobrados medios para alcanzarte y tendrás razón; que ciertos asuntos no se airean, mucho menos si emergieron al calor de una penúltima copa. Tienes razón también. Tan solo espero que, al final de esta nota encerrada en su botella, me comprendas.

En mi descargo, te diré que me dejaste perplejo cuando afirmaste rotunda que habías dado tu corazón por clausurado. Me bloqueaste. Como el opositor que se queda “en blanco” o el preso al que enmudece la tortura. Sencillamente, no comprendí a qué me enfrentaba. ¿Era un lamento? ¿Una reivindicación? ¿Una advertencia? No lo sabía. ¿Cómo responderte? Para empeorarlo, sonreí; me sentí estúpido, como si presumiera de conocer la solución y, pretencioso, la callara.

Un runrún me corroe desde entonces. Las dudas acechan igual que aquella noche y una voz que probablemente sea mía me insiste desde dentro: «No le escribas. No la llames. No te dejes llevar. Aléjate. Haz como si escucharas el viento que precede a la tormenta». Pero no puedo. ¡Ahí va la botella al agua!


Querida M.J., no casa contigo la derrota. Es muy pronto para darnos por vencidos; que, por mucho que la vida se conjure hasta hacernos desear abandonarla, es el corazón, precisamente, el último músculo que rinde nuestra alma. Créeme cuando digo que querer es un regalo ajeno a calendarios. También sé que, cual imán, “querer” es un verbo que repele voluntades: ni se puede querer querer ni, como tú te has propuesto, evitar querer. Ni tiempos ni propósitos lo gobiernan. Sólo el capricho del destino y, con suerte, el poco juicio que tengamos. Sobran ejemplos en el Arte de este juego felizmente tan desentendido de algoritmos inhumanos.

Por esto, yo me limito a afirmar que tengo miedo. Porque me asusta amar como he amado; entregarme en cuerpo y alma sin saber qué obtengo a cambio; extender un cheque en blanco, corriendo el riesgo de un desfalco. Me aterra carecer de juicio: ya sea besando los primeros labios o resistiéndome a cualquier abrazo. Tengo miedo, sí, pero no hay día que no piense que es el miedo, no el Amor, mi adversario.

El Amor es la medida. La de la vida entera. Querer, no ser querido. Cuánto he amado será –estoy convencido– el examen que me haré ya con el aliento desahuciado. Por ello sigo buscando, porque, aunque sean mil los desengaños, sé que tengo un fondo de amores infinito. Y tú, M.J., ¿crees que excediste ya tu saldo?


Espero ahora que comprendas que fue mejor lanzar esta botella al mar que nos separa, deseando que te encuentre y temiendo, al mismo tiempo, que la abras. No espero respuesta; siquiera sé si la deseo. Sólo que la próxima vez que nos veamos me digas que volviste a temblar, que aun sin querer quisiste, que al Amor tu corazón ha regresado.

Gracias por darme tiempo.

Publicado por fpadillach

Mérida, 1963. Desde mi infancia soñé ser escritor, pero pospuse el impulso en favor de proyectos más ‘razonables’. Licenciado en Derecho por la Complutense y con estudios de postgrado en Esade y la Universidad de California, hasta 2018 he trabajado en empresas multinacionales. Ahora escribo. "Tres Sures sin Norte" (2020) fue mi primera novela. “Diva Æterna” (2023) la segunda, pero no la última. También escribo relatos cortos, como “La prestamista de embustes”, ganador del XXXIV Certamen Literario “Joaquín Lobato” del Ayuntamiento de Vélez-Málaga, “Maneki-neko”, finalista del V Premio Internacional Ciudad de Sevilla, o "Josune no camina sola", microrrelato finalista del II Concurso “100 caminos 100 relatos” del Circulo Chileno de Amigos del Camino del de Santiago de Compostela. Padre de dos hijas, extremeño apasionado, viajero curioso, siempre estoy dispuesto a dejarme sorprender.

Deja un comentario

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar