El acoso escolar no requiere de presentaciones. Quien más, quien menos hemos sufrido este fenómeno tan contradictorio, pues enfrenta la natural inocencia infantil con episodios de una crueldad que parece acuñada por adultos sádicos. Unas veces en carne propia, otras —más dolorosas— en la de nuestros hijos.
Del lado de la víctima, el matonismo, agrandado por el silencio cobarde del resto (incluidos los atemorizados docentes), desencadena reacciones que cuesta mucho erradicar, pues la mente infantil está en proceso de ahormarse y el tiempo no es lenitivo suficiente. Entre las bajas que acarrea, la de la fe en la Justicia es de las primeras; la siguen la sociabilidad y un largo etcétera que da al traste con el andamiaje de su personalidad.
El mérito de Un monde, la película dirigida por Laura Wandel (n. 1984), que representó a Bélgica en los Oscars 2022, es que nos emplaza con una sencillez aterradora en el ángulo desde el que Nora, la niña protagonista, asiste como espectadora al siniestro ritual.
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La cámara no necesita mostrar los hechos; al contrario, los planos cortos los desenfocan para centrarse en el descarnado reflejo que percibimos en las expresiones de Nora. El prodigio de actuación de Maya Vanderbeque, con sus 11 años, es difícil de entender sin una comunión absoluta con la historia y con su directora.
Ganadora del premio Un certain regard del Festival de Cannes 2021, galardón que se otorga a los jóvenes talentos que aportan visiones atrevidas, Un monde (traducida en España como Un pequeño mundo) no transige con los sentimientos del espectador, no les da tregua, les escatima los frecuentes atajos del cine a la sensiblería facilona. Es incómoda, lacerante, como el diagnóstico de una enfermedad incurable.
Porque es verdad.
Gracias por darme tiempo.