El Arte que no sacia

Lo que hace del Arte —con mayúscula— algo extraordinario es que entrega al espectador las preguntas y deja que sea éste, ya no un sujeto pasivo a la espera de deglutir las respuestas, sino un explorador insaciable en busca de alternativas. Como si de un acertijo se tratara, la creación artística viene a ser un gatillo fulgurante y violento que desencadena igual la controversia que la reflexión serena. En fin, la inteligencia.

No es tarea fácil. Me refiero a crear ese entorno, primordial y fecundo, donde el autor abandona los interrogantes a la espera de que sean hallados y resueltos sabe Dios cómo y por quién. Tampoco es fácil, del lado espectador, desentrañar la pregunta que se nos presenta como una cábala, difusa, incompleta, siempre tentadora.


Petite maman (2021), la última película de Céline Sciamma, entra de lleno en ese Arte al que me refiero. Con el minimalismo que caracteriza sus diálogos, la directora francesa de Tomboy (2011) nos asoma al pavoroso abismo de la ausencia y la muerte, y de ahí al modo que tenemos de completarlo.

Como en un poema, lo esencial se desvela con tempo y palabras comedidas. El amor y el miedo se muestran desnudos, del modo en que lo afronta un niño.

Ni decorados superfluos ni sobreactuaciones ni efectos especiales ni voces en off. Con un guión sencillo transportado sobre una fotografía intimista y un montaje de filigrana, Nelly y Marion —las dos niñas protagonizadas por las hermanas Joséphine y Gabrielle Sanz, respectivamente— dejan para la audiencia la tarea de encontrar (¡y sentir!) las insoslayables emociones.

Como este blog demanda, Petite maman exige una clase de tiempo que no tiene plazos, mucho más que la escasa hora y doce minutos de su metraje. Eso sí, a cambio nos devuelve la plenitud que se vive al hallar un tesoro.

Acaso, ¿no es eso el Arte?

Gracias por darme tiempo.

Publicado por fpadillach

Mérida, 1963. Desde mi infancia soñé ser escritor, pero pospuse el impulso en favor de proyectos más ‘razonables’. Licenciado en Derecho por la Complutense y con estudios de postgrado en Esade y la Universidad de California, hasta 2018 he trabajado en empresas multinacionales. Ahora escribo. "Tres Sures sin Norte" (2020) fue mi primera novela. “Diva Æterna” (2023) la segunda, pero no la última. También escribo relatos cortos, como “La prestamista de embustes”, ganador del XXXIV Certamen Literario “Joaquín Lobato” del Ayuntamiento de Vélez-Málaga, “Maneki-neko”, finalista del V Premio Internacional Ciudad de Sevilla, o "Josune no camina sola", microrrelato finalista del II Concurso “100 caminos 100 relatos” del Circulo Chileno de Amigos del Camino del de Santiago de Compostela. Padre de dos hijas, extremeño apasionado, viajero curioso, siempre estoy dispuesto a dejarme sorprender.

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