Cuando se inventó el cine

Después de ver M (1931), pareciera que al cine sólo le restaría incluir el color y los efectos especiales para llegar hasta hoy, 90 años después. Tan perfecta es.

Sin despreciar la oportunidad que le brindó el caso de El vampiro de Düsseldorf, que conmovió a Alemania a fines de los años 20, Fritz Lang creó con su primera película sonora un icono del cine del que más tarde tomarían referencia otros realizadores, como Buñuel, Hitchcock, Kubrick y entre los más recientes, Spielberg y Nolan.

Un lenguaje visual en el que reflejos y sombras perfilan la trama tanto o más que los diálogos; donde el atosigante humo de incontables cigarros y pipas variopintas denuncia endémicas corrupciones ahorrándose el trámite de señalar corruptos; donde el tarareo silbado de En la gruta del rey de la montaña, de la suite Peer Gynt de Edvarg Grieg, retrata el obsesivo carácter del asesino sin necesidad de ver una gota de sangre; donde, en fin, los ojos batracios de Peter Lorre, el criminal protagonista, bastan para condenarle y absolverle al mismo tiempo.

Es el Expresionismo, el alemán en este caso, nacido como reacción al Positivismo europeo que, en los primeros compases del siglo XX, tan mal parada dejaba a la cultura germánica.

Película de culto, obra maestra, en el Top 100 del ranking de filmes mejor calificados de IMdB, M es sin duda una de las mejores películas de todos los tiempos.

Acabaré refiriéndome a algunas de sus paradojas: la primera, que Lang no era alemán sino austríaco; la segunda, que pese a heredar la Fe judía por línea materna, fue precisamente su madre quien lo bautizó católico; la tercera, que en 1932 rechazó la oferta del régimen nazi, personificado en Joseph Goebbels, de dirigir la UFA, el estudio más importante de Alemania del período de entreguerras; la cuarta, que después de este desplante (al argüir su condición de judío, el siniestro dirigente le replicó «Nosotros decidimos quién es ario y quién no»), se exilió a los EE.UU.; y la quinta, que en Alemania dejó a su mujer, Thea von Harbou, simpatizante de los nazis, coguionista junto a Lang de M y la responsable del silbido del asesino al que me referí antes, porque al malhumorado Lorre le agotaba pasarse el rodaje soplando. ¡Actores!

Gracias por darme tiempo.

Publicado por fpadillach

Mérida, 1963. Desde mi infancia soñé ser escritor, pero pospuse el impulso en favor de proyectos más ‘razonables’. Licenciado en Derecho por la Complutense y con estudios de postgrado en Esade y la Universidad de California, hasta 2018 he trabajado en empresas multinacionales. Ahora escribo. "Tres Sures sin Norte" (2020) fue mi primera novela. “Diva Æterna” (2023) la segunda, pero no la última. También escribo relatos cortos, como “La prestamista de embustes”, ganador del XXXIV Certamen Literario “Joaquín Lobato” del Ayuntamiento de Vélez-Málaga, “Maneki-neko”, finalista del V Premio Internacional Ciudad de Sevilla, o "Josune no camina sola", microrrelato finalista del II Concurso “100 caminos 100 relatos” del Circulo Chileno de Amigos del Camino del de Santiago de Compostela. Padre de dos hijas, extremeño apasionado, viajero curioso, siempre estoy dispuesto a dejarme sorprender.

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